Sunday, May 07, 2006

¿Una clase politica sin cientificos? Un pais en manos de Spencers y Grosvenors.

Cuando en 1791 Bentham puso por primera vez su Panopticon sobre la mesa del entonces primer ministro Británico William Pitt, muy pocos se imaginaban el desenlace final de dicho proyecto y menos que nadie, el propio Bentham. El Panopticon consistia en un plan para la creacion de prisiones en las que bajo el principio de inspección omnipresente (el gran hermano del siglo XVIII) los reclusos formaran parte de una fábrica y de una escuela a la vez. El concepto se amplió hacia la creación de casas de trabajo para los mendigos, en las que se les enseñaría un oficio y serían instruidos en las virtudes del trabajo duro. La idea de Bentham: Morals reformed - health preserved - industry invigorated instruction diffused - public burthens lightened - Economy seated, as it were, upon a rock - the gordian knot of the Poor-Laws are not cut, but untied - all by a simple idea in Architecture!- Dirigidas por él y su familia serían fuente de riqueza personal y de riqueza social al mismo tiempo.

Prisión Panopticon.

William Pitt se mostró de acuerdo, y tras inexplicables retrasos el parlamento por fin aprovó el plan. En 1794 se cursó una orden para construir una prisión Panopticon en Millbank, Londres. Sin embargo, dicha prisión no se construyó. Lo que iba a suponer una fuente de riqueza para Bentham, se convirtió en una ruina. Finalmente tras nueve años de pleitos su derrota a manos de los Spencers y los Grosvenors dio lugar a la victoria de los Intereses Siniestros.
Los Spencers y los Grosvenors eran dos poderosas familias aristrócratas que tenían intereses urbanísticos en Millbank. Temiendo que la construcción de la prisión frustrara sus planes especulativos utilizaron el aparato del estado en favor de sus propios intereses pecuniarios. El concepto de Interés Siniestro, se fundamenta en este hecho histórico y en la frustración personal de Bentham, pero va más allá, añade un toque de manipulación de masas. Cuando la gente cree que algo es de un interés general cuando, en realidad, es de un interés particular y éste propio interés es transfigurado, como en una operación de cirugía plástica por los cirujanos del estado, la sociedad civil está dirigida como marioneta por un interés siniestro en manos de Spencers y Grosvenors.
Analicemos ahora el papel de los científicos en una sociedad gobernada por intereses siniestros. J.D. Bernal en su libro “The social function of Science” dice: ”the scientist may and, indeed must become a politician, but he will never become a party politician. He sees the social, economic and political situation as a problem to which a solution must first be found and then applied not as a battle-ground of personalities, careers, and vested interests. As long as the progressive forces in the democratic countries are divided in to parties by such considerations, he cannot see his way of collaborating with any of them.” Si esto es así, mucho menos con partidos no democráticos en régimen de poder oligárquico. Sin duda, el científico es una persona acostumbrada a resolver problemas de una forma ingeniosa basada en el método científico. Así pues, si una solución se demuestra ser la mejor existente en un momento dado ante un problema a través del método científico, el científico está obligado moralmente a adoptarla, si no lo hace deja de ser científico y se convierte en charlatán. ¿Cómo puede existir un interés siniestro ante el escrutinio de un científico? ¿Cómo entonces una sociedad está vacía de científicos en su clase política? ¿Es porque no existen en la sociedad civil? ¿Es porque los científicos no están interesados en resolver problemas de interés general? O es por lo que dice Bernal O mucho peor, porque no existe representación.
El método científico popperiano, el modus tollens Griego, es al interés general lo que la separación de poderes de Montesquieu a a la democracia. Es al interes siniestro lo que la separación de poderes de Montesquieu al poder absoluto. Son una garantía de honradez, una prevención de la corrupción, una garantía de libertad creadora y política, una prevención contra la oligarquía y la exclusión de la sociedad civil de la vida política. En una sociedad como la española en la que la clase dirigente está dividida en partidos políticos representantes de su propia ambición de cuota de poder, en la que Montesquie no es más que un nombre típico al norte de los Pirineos, no es de extrañar la ausencia de científicos en la clase política, ya que más que anomalía es signo de la enfermedad del interés siniestro que gangrena nuestro país.